Nuestras ganas de relajarnos en verano, hacen que en multitud de ocasiones dejemos un poco de lado el cuidado de nuestra mascota. Un descuido, que en cualquier época del año y más especialmente en verano, puede llevar a que Toby termine comiendo algo que no debe, produciéndose problemas tan peligrosos como la obstrucción de esófago.
Un problema, que casi nos cuesta a un disgusto hace algunas semanas, cuando Ricky se tragó sin querer una espiguilla. Por suerte, no se le llegó a quedar alojada en el esófago y ya está plenamente recuperado. Eso sí, tuvo una semana bastante complicada, en la que cada vez que gruñía acababa cantando tirolés.
¿Qué es la obstrucción de esófago?
Tal y como su nombre indica, la obstrucción de esófago, es un trastorno producido por el alojamiento de un cuerpo extraño en el interior del conducto que lleva los alimentos hacia el estómago.
Cuerpos extraños más frecuentes que producen este problema: huesos de pollo o similares, madera, espiguillas, trozos de plástico, calcetines….etc.
¿Qué síntomas tiene?
Reconocer este tipo de problema es bastante sencillo, ya que lo primero que querrá hacer el perro, es expulsar a toda costa eso que le molesta tanto. Lo intentará e intentará hasta la saciedad, toserá, babeará, se mostrará inquieto, pero nada de eso le podrá ayudar a sacarlo. Si le ves con estos síntomas y detectas que respira con dificultad, corre a su veterinario, ya que cada segundo cuenta.
Cómo se trata la obstrucción de esófago
Dependerá del tipo de objeto que haya ingerido y de la posición del esófago en la que esté alojado. Si no está muy profundo, con el veterinario podrá sacarlo con un endoscopio. En el caso de que este no pueda hacer nada, será necesaria una pequeña operación para extraer el objeto y reparar el daño que este haya causado.